jueves, 2 de diciembre de 2010

Grigori Y. Perelmán y su demostración del Teorema de Poincaré

El famoso matemático, Grigori (o "Grisha") Yákovlevich  Perelmán nació el 13 de junio de 1966 en la ciudad de Leningrado, URSS (hoy San Petersburgo, Federación de Rusia). Perelmán inició sus estudios de matemáticas desde muy temprana edad, tal como se acostumbraba en la época de la Unión Soviética (hoy Federación de Rusia). Su madre Lubov Leybovna, era una matemática talentosa. Desde niño Grisha mostró dotes para las matemáticas que los demostró al participar exitosamente en un concurso del barrio local donde vivian, es decir en las afueras de Leningrado (San Petersburgo). Su mamá quería que Grisha continuará sus estudios, incluso para esto tuvo que recurir a pedirle consejos a su maestro, Garold Natanson, para que su hijo desarrollase su talento. Por intermedio de el, llega a conocerse con el joven matemático Serguéi Rukshín que tenía dones especiales para enseñar a los niños. Fue así como Grisha ingresó en 1976, apenas con 10 años de edad, en el círculo de matemáticas del Palacio de Pioneros de Leningrado. En ese entonces Grisha era un estudiante tranquilo, callado, bueno y talentoso, en comparación con la mayoría de sus compañeros. Tampoco era el más brillante ni el mejor en las competiciones que se realizaban. Solo más adelante es que Grisha logró cambiar, para convertirse en el mejor y en el  más brillante de los estudiantes. 
Su comportamiento era introvertido incluso para resolver problemas. Los problemas generalmente los analizaba mentalmente y despues de obtener las soluciones los escribía en el papel. Asimismo se podía dedicar a tirar la pelota de pimpón contra la pizarra, caminar de un lado a otro, hacer marcas con el lapicero en el pupitre.      
Grisha llegó a convertirse en el alumno predilecto de Rukshin, quién siempre defendía que los niños deben de concentrarse en problemas que les seas interesentes, para resolverlos mejor y más rápidamente. Grisha abandonó sus clases de violín para dedicarse plenamente a las matemáticas.  Las relaciones con su maestro Rukshín se volvieron especiales, debido a que Rukshín no solo fue su descubridor, sino su primer maestro quién lo formó siendo su primer tutor científico. 
Rukshín además le impartía clases intensivas de inglés a Grisha para que pueda ingresar a la famosa Escuela especializada de física y matemáticas, № 239, debido a que era obligatorio. Grisha también habia aprendido francés en su otra escuela. 
El nuevo profesor de Grisha fue el pedagogo Valerí Rízhik. Sin embargo, Rukshín siguió preparando al grupo de Grisha en el club para que los estudiantes participen en las olimpiadas de matemáticas. Otro persona que influyó bastante en la personalidad de Grisha fue Nikolái Kuksa, ex-oficial de submarino. 
"Grisha, es un genio, - afirma la directora de la Escuela № 239, profesora de mérito de Rusia, Tamara Efímova, - en la escuela ya se enteraron de sus logros y estan muy contentos por el. Cuando Grisha estudió en nuestra escuela, yo le enseñaba computación matemática".    
Perelmán, despues participó en las olimpiadas de matemáticas de Budapest en 1982, donde logró un extraordinario resultado: resolvió 42 problemas de un total de 42 y despues ingresó a la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Leningrado
Perelmán nunca se interesó por la política, por las chicas, etc., es decir que viviá su propio mundo prácticamente ignorando lo que sucedía en el mundo exterior. Perelmán se dedicó exclusivamente a las matemáticas gracias a su madre, profesores y entrenadores, como: Rukshín, Kuksa, Rízhik, Alexandr Abrámov, y despues a Víktor Zalgaller, Alexandr Alexándrov y Yuri Burago posteriormente. Fue así como Perelmán logró concluir sus estudios en la universidad, obtener el doctorado, ganar becas para estudiar en el extranjero, dictar charlas y enseñar.  
Estando en EE UU en 1995, la Universidad de Princeton, se interesó en contratarlo en calidad de profesor asistente, propuesta que negó, porque era necesario presentar el curriculum vitae y además porque quería que le dieran el puesto de profesor titular. En ese entonces Perelmán era ya el mejor geometra del mundo y